domingo, octubre 15, 2006

Recaída

Otra vez lo mismo.
¿No me entendiste?, traté de ser suave, traté de ser razonable; traté de entenderte, traté de creerte; pero nuevamente me aparece una sorpresa desagradable. Tan cercano a mi, y aún no puedes respetarme en ese mínimo; capaz de nunca acercarte con violencia, capaz de siempre respetar mis opiniones, de valorar mis logros, y no eres capaz de respetar lo único que te he pedido con total insistencia. Me siento como una estatua, que ve pasar el tiempo y escucha cada problema sin ser capaz de entregar una solución, obviando inteligencia y resolutividad, obviando razón y sentido común, por el mero hecho de no tener voz. Qué lástima.
Sin dañar a nadie que lo merezca, sin ser capaz de involucrar a quienes realmente tienen la culpa de esto, sólo me queda mirar hacia adentro, y seguir mi camino, pensando en que esa mano que me apoya en la espalda realmente no está ahí.

martes, octubre 10, 2006

Minutos de locura para las horas de paz

Te acabas de ir, y pienso en la rutina de mañana. Ya que no estás, me tomaré los últimos minutos del día para mi. Sin embargo, me esperaba una sorpresa, una traición común en mi vida, realizada desde mi mente a mi mente.

Nervios, tensión, ansiedad, la mezcla fatal para el sueño plácido, llegó a su efecto más alto, provocando en mí esa terrible desesperación, que alimenta a su vez una mayor desesperación, transformándose en una tormenta de sentimientos, de rarezas, de una distorsión de la percepción vital, una sobrecarga de tiempo y espacio para lo que aguanta un solo minuto.

Pero estás ahí.

Y gracias a ti tendré mis horas de paz. Mi único mérito, es tener la idea de llamarte.

lunes, octubre 02, 2006

Para ti...

Dentro de las miles de palabras que te he dicho, de los miles de sentimientos que te he demostrado, de todo lo que me conoces, te dije que era feliz contigo.
No solamente feliz contigo, sino que feliz contigo, no sin ti. Es distinto. Porque, si no estoy contigo no soy feliz.
Tiene mucha lógica dentro del amor, pero muy poca en la vida, y lo peor, hace suficiente al amor de pareja para el pleno desarrollo del ser, situación que nos vuelve un montón de sonrisas atontadas al ritmo regular en dos tiempos. Hasta en tres. Cuatro. Late el corazón, una sonrisa, pero, ¿qué pasó con la humanidad que se volvió tan esencialmente básica?
Volvamos. No es que esté en contra del amor, de hecho yo ya caí en sus dulces garras, sino que esa felicidad dependiente me deja pensando. Hace tiempo me puse a escribir cinco motivos por los cuales estaba prohibido deprimirse, y ahora veo uno que me permite deprimirme, basado únicamente en la lejanía, medida en metros o en volúmenes de sentimientos desagradables, malentendidos, y cualquier cosa que permita abrir la brecha de ese abrazo. No estar contigo. Y no po. Así no es la cosa. Ha. No significa mirar a una suficiencia, sino a una insuficiencia, de valor propio, de entretención, de motivación de vivir, y de cariño por el alma única que cada uno tiene...
Mi conclusión es simple. No soy feliz contigo e infeliz si no. Soy más feliz contigo.