miércoles, septiembre 06, 2006

Siete días desde la muerte en vida a la vida en la muerte...

¿Qué puede hacer cambiar a una persona su percepción vital y mortal?
1: Desesperación
Cuesta asumir la realidad de la muerte inminente. Todo se derrumba. Desde pequeño temí mucho a la muerte, pero nunca la asumí como tal. Pero hoy supe una triste noticia, que aún no asumo; voy a pensar en qué hacer. En mis sueños, en todo lo que perderé, en tan poco tiempo, sin ningún aviso previo... Pienso en qué será lo primero que haré, desde el momento en que la vida pasa de ser una acumulación de años a una resta de días. La realidad actual me agota, y existe una inmensa división entre mi corazón y mi razón, entre la racionalidad de mis metas y los reales resultados en ellas, y entre ese corazón ambicioso y la alegría de la vida. En la divinidad del ser humano y la humanidad del ser divino. La incertidumbre es mucho peso; el pasado pena plenamente en el corto y calculado futuro.
2: Pesimismo
¿Habré hecho las cosas bien? De todo lo que siempre quise hacer, logré muy pocas cosas; no fui capaz de terminar lo que empecé, no fui capaz de querer con todo mi corazón, no fui capaz de esforzarme todo lo que mis capacidades permitieron; el uso del mínimo porcentaje de cerebro para respirar, pararme, comer y solucionar cosas simples fue una constante en los años. A veces pienso que merezco esta pena; a veces pienso que mi desaparición será en vano, que nadie me recordará, y que seré una lápida más, un montón de polvo avergonzado por su escasa trascendencia.
3: Solución
Quizás no voy a morir. Quizás sí, pero...la tecnología podría ayudarme, o mi fe, o mi valor, no lo sé; no puede ser algo tan drástico. O sea, es imposible morir; nadie lo piensa hasta que lo ve cerca. Yo nunca lo pensé, hasta que estuvo ahí, cerca mío, a poco tiempo; los siete días que significaron siete días de rutina, durante meses o años, se convirtieron en los días más extraños que, incluso jamás volveré a tener. No puede ser así. Tiene que haber una solución.
4: Carrera solitaria
Será. La vida se trata de caminar, o correr por un mundo ajeno pero mío, en el que todos apuntamos al mismo lugar. No sé si es tan así, el mundo es más bien una carrera solitaria. Cada ser humano avanza, a distinta velocidad, pensando en obtener la máxima felicidad, propia, pero máxima; no es una carrera contra los demás, pero sí una carrera contra sí mismo. El punto es, que esa carrera puede interrumpirse en cualquier momento, y al ser inminente el final de las energías, quieres avanzar más rápido, una gran carrera, un gran salto, que se acaba en la pureza del color de la muerte.
5: Nunca es suficiente
Lo que más lamento es la orientación de mi carrera. Me provoca mucha tristeza el saber que viví para la competencia ajena y no para la mía, y más todavía que viví para la competencia, olvidando la suficiencia de la alegría y de la misma vida; ahora noto lo importante que es cada uno de esos momentos que no disfruté, cada una de las alegrías que no sentí, y el inconformismo de siempre. Pero, en la cercanía del último minuto, se elimina cada recuerdo positivo, y se valora cada logro y cada momento feliz, que compusieron el principal trasfondo y no el moteado de tristeza.
6: Siempre es suficiente
La familia es algo muy importante, que se suele olvidar; la familia y el amor son las principales alegrías naturales que entrega la vida, ya que poco esfuerzo se requiere para amar a alguien. Incluso, poco esfuerzo se requiere para demostrarlo; pero aún así, el esfuerzo suele ser aún menor, y consideramos siempre suficiente el tiempo que dedicamos a nuestro corazón. A pocas horas, la importancia de aquellos sentimientos se torna única y omnipresente, principal fuente de alegría y agradecimiento por lo que se nos entregó sin alguna vez pedirlo.
7: Tranquilidad
Con todo, aprendí muchas cosas. Y me voy feliz de este mundo. Me voy feliz, porque tuve mucho, porque sentí mucho, y olvidando esos momentos de tristeza, olvidando esos míseros instantes en que la vida se vio negra, la blanca alegría de la vida llenó toda mi alma.
FIN
... bueno, es algo que se me ocurrió en un momento bien extraño, después de un sueño que lo fue aún más; no sé si le sirva a alguien, pero me recordó que, si bien somos seres humanos, con todas nuestras fallas, inconformismo, imperfección, ambición y muchos defectos que nos caracterizan, en los momentos más críticos, y ojalá en los que no lo son, es bueno acordarse de las cosas buenas (que de hecho, suelen ser la mayoría) y superar las malas, después de todo por algo llegamos aquí.
Saludos!