sábado, marzo 08, 2008

La incomprensible selectividad del oído...

Nuevamente y tras largo tiempo en que el único escritor de este blog (yo) no se comunicaba con el único lector de este blog (yo), me veo en la necesidad de comunicarme cosas que he oído mil veces y nunca he podido incorporar a mi quehacer habitual, salvo en exclusivos momentos en que la alineación de planetas provoca una alineación oído-mente-alma, perfecta, como siempre debería ser.
Es francamente increíble como es posible que el 99% de las estupideces comunicadas al oído, desde qué actor x se metió con la actriz x, hasta el pelambre banal del compañero de curso, son grabadas y selladas en la mente por ese oído poco fino, y el 99% de las cosas que realmente importan, y que mañana no te acordarás, no entran.
Me puse a mirar la cantidad de cartas, notitas, dedicatorias que tengo, y me es difícil explicarme una falta de amigos actuales. Qué cresta habré hecho. ¿No los escuché? ¿No fui buen amigo? Me aventuro a pensar que probablemente no es ese el punto. No es el tema de escucharlos a ellos, ni quererlos o no quererlos a ellos, sino es el tema de valorar lo que significan para el corazón, el valor de la amistad, lo que a la larga, nos hace buenos humanos y no simples humanos inteligentes.
Suena como muy cliché. ¡No! efectivamente, suena EXCESIVAMENTE REPETITIVO.
PERO NO ME IMPORTA LO REPETITIVO QUE SUENE, PORQUE SIENDO POR LEJOS LO MÁS IMPORTANTE QUE SE PUEDA SENTIR Y RAZONAR EN LA VIDA...¡¡¡¡SIEMPRE LO OLVIDO!!!!
Qué poco fino eres, oído.