Son las 3 p.m.
No las 3 a.m. como el título de mi blog dice, pero les aseguro que el 99% de las ideas escritas aquí rondan mi cabeza alrededor de esa hora.
El último post que escribí lo escribí con un estado de ánimo muy cargado. Tanto que tuve que salir de mi casa a mirar la puesta de sol para desconcentrarme. Obviamente eso no resultó, pero bueno, quizás hubiese sido peor si no hubiese salido. Me auto-responderé con esto.
Yo siempre espero el día que no llega. Porque para mí, y para mi desgracia, el cambio nunca es brusco. Mi concepto de cambio de un día para otro no funciona. Y eso es causa o efecto de mi mala voluntad para vivir. Y para hacer cosas. Me explico. Todos los domingos de mi vida pienso en que al otro día cambiará el mundo, radicalmente, nada poco, nada temporal, sino que de un momento a otro la vida tomará un rumbo distinto; aquí no hay intermitentes ni luces de freno, el cambio es rápido, casi imperceptible, pues ocurrirá dentro de las pocas horas de sueño que suelen existir entre que duermo y despierto entre un domingo y un lunes (lunes y lunes para ser más preciso). Quizás debido a lo mismo es que duermo tan poco en esa noche, casi siempre cargada de ansiedad.
Y despierto el lunes. Esperando despertar temprano, feliz, tomar desayuno, salir temprano, tomar apuntes, y hacer todo lo que defino como estabilidad cuerpo-mente-alma. Y no poh. Nunca pasa. Es como un salto hacia esa ansiada estabilidad, afectado muy tempranamente por la gravedad que implica lo inviable de esa velocidad de cambio, porque es difícil arreglar el mundo en un día.
Así que no resulta de esa forma. Pero los cambios paulatinos no son mis amigos, porque no soporto la espera para nada. Mi filosofía de vida es que los problemas se solucionan antes de cerrar los ojos. No puedo dormir con problemas grandes. Ni medianos. Ni la mayoría de los problemas chicos. En fin, creo que hay áreas de madurez que aún no alcanzo, y sería bueno comenzar a pensar en que pequeños esfuerzos sí valen la pena y sólo el tiempo se encarga de hacer sumas; me acabo de dar cuenta que cualquier cambio positivo en la vida, que ocurra de la noche a la mañana, si bien puede ser real jamás será estable.