Por algún motivo que desconozco me acordé de mi media infancia. Cercano a la primera década, en plena crisis de pánico, pensando en la muerte, asustado por las extrañas y sangrientas muertes que ocurrían en el día de mi noche, tratando de recordar lo que me dijo el psicólogo...yo estoy bien...
¿Algún día iría a pasar? Superar esa etapa fue más que un chiste, como encontrar la salida al gran problema justo frente a ti. Al lado, a un metro. Jugando en la noche, invasor, perturbando mi hasta entonces perfecto sueño suficiente. Tan mínimo, pero me entregó al fin mi independencia.
Es entretenido acordarse del antes-de. Porque ahora, desde el otro lado del muro, se ve distinta la vida. Y a pesar de que es imposible volver atrás, pegarse a la ventana trasera de la existencia es algo que todo ser humano tiende a hacer. Y a veces es triste, porque no todo tuvo buenos resultados, aunque dicen por ahí que es peor arrepentirse de lo que no se hizo que de lo que se hizo. No creo que sea tan tajante, aunque en ocasiones tiene demasiado sentido. Todos lo vemos todos los días.
miércoles, agosto 23, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario