lunes, junio 26, 2006

Piensa que piensas...

Ayer tuve una conversación sobre el hecho de pensar. Eso que nos hace únicos, dentro de la amplia variedad de seres vivos, minerales y muertos. Conversamos sobre el análisis de las cosas y si eso es bueno o no. Hace un tiempo, por motivos que desconozco, quizás una sobrecarga, quizás una luz mental, no lo sé, pero me puse a pensar. Racionalmente, exhaustivamente, pensar sobre todo lo que nos rodea, cuestionarme todo lo que pasa, las cosas que siempre di por ciertas, y... bueno dentro de los resultados está lo que lees actualmente (blog). Pero pensar tiene tendencias, y dicen que pensar es crecer, es inteligencia, es darse cuenta de las cosas, pero pensar mucho es malo, pensar mucho es bueno, pensar mucho es... de todas formas, es algo que jamás será neutro. Por lo tanto, pensar mucho es controversialmente peligroso y controversialmente sano. Es un asunto lógico: si tienes un problema y lo piensas mucho, la posibilidad de solucionarlo es mayor, pero la capacidad de deprimirte, de desesperarte al no encontrar solución, y lo más importante, de encontrar 10 problemas más anexos, es altísima. Pensar positivamente te hace correr el riesgo del fracaso, el riesgo de la decepción; pensar negativamente te hace disfrutar mucho los éxitos, porque tu línea basal está mucho más baja, si bien conlleva una vida cargada de tristeza, no soportable por mucho tiempo. Odio pensar. Mi amiga me dijo ayer algo como ser moderado al pensar. En fin, antes de seguir repitiendo la palabra, voy a exponer mi ideal de ser pensante: hacerlo con mente y corazón, consecuente y convenientemente, mirando siempre al presente, y así evitar cualquier positivismo, negativismo, controversia y, lo mejor de todo, para tu propio concepto de bien o tu propio concepto de mal. Como guste.

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